21/4/13

Ubicados en el tiempo y el espacio... otra vez...


Y a veces el silencio se hace necesario… oxigena… clarifica… aminora la ansiedad y calma ciertas heridas. Corrobora, superpone, agazapa.
Sabíamos que era difícil. Sabíamos que era gigante. Sabíamos que saberlo podía ser ventajoso. Sabíamos que sabíamos que perder era lo lógico. Sabíamos que lo lógico era creer en el milagro. Sabíamos que el milagro era un milagro. Sabíamos que poder no era lo nuestro. Sabíamos que lo nuestro era creer. Sabíamos que saber era el inicio. Sabíamos que sabemos, sabremos y sabríamos. Sabíamos.
Intenso viaje. Poema breve. Metáfora. Repudio potenciado. Imaginación no punitiva. Realidad. Enanos y gulliveres. Ausencia. Puerta. Calefón. Sendero.
Microbios que llegaron a los medios. Rebeldes que llegaron a la cárcel (y salieron). Penitenciarios promoviendo la “no pena”. Cárceles gritando desde adentro, proclamas de abolición. Ficciones creadas en un escenario de permanente sugestión. Editoriales de humo. Parlamentos vociferando alternativas. Firmas. Intrigas. Cámaras propias.  Soledades. Promesas. Soledades al cubo. Soledades al millón.

“¿Dónde estás? Quiero hablar con vos. Sos un hijo de puta. Sos una mierda.” Lo busco. Lo encuentro. Lo veo en casi todo. “¿Dónde estás? Quiero hablar con vos. Quiero golpearte. Quiero que te duela.” Lo busco. Lo encuentro. Cómplice necesario. Uno más. Voy y vengo. Vidrio templado. Caja blindada. Máquina negra. Fisura.  
Un kiosquero me da, a cambio de seis pesos con cincuenta, un alfajor de chocolate blanco. La nada acaricia los antojos de un siniestro apologista de su infamia y su glamour. Otra vez. Otra vez.
 
Maximiliano Postay